Manuel Carrasco: “Siempre he sido un currito, tengo la ley del esfuerzo muy interiorizada desde que era un niño"

Ha vivido su mejor año. Acaba de terminar su gira Corazón y Flecha con récord de asistentes, es el artista que más estadios llena de nuestro país y puede ganar el primer Latin Grammy de su carrera. Pero el de Isla Cristina, pese a todo, sigue siendo él mismo.
Manuel Carrasco posa para Vanity Fair tras el final de su gira Corazón y Flecha.
Manuel Carrasco posa para Vanity Fair tras el final de su gira Corazón y Flecha.Silvia Tortajada

Manuel Carrasco no puede pedirle más a la vida. Ha llegado a lo más alto en una carrera que comenzó hace ya 22 años cantando bajito y sin hacer ruido y hace unas semanas ponía un punto y seguido a su gira Corazón y Flecha, un tour que han disfrutado más de 410.000 personas (cifra de récord) y que ha puesto la guinda a un año excepcional. “Yo tengo mentalidad de currito”, dice Manuel Carrasco a Vanity Fair tras la sesión fotográfica en la que, a pesar de estar casi sin voz después de un fin de semana de celebración, se ha mostrado colaborador y cercano en todo momento.

Manuel Carrasco con traje de doble botonadura Dolce & Gabbana y zapatillas Samba Adidas Originals. Fotos: Silvia Tortajada.

Silvia Tortajada

Hacía ocho años que esta redactora no coincidía con el de Isla Cristina, ocho años en los que, además de haber formado una familia, se ha convertido en una de las grandes estrellas de nuestro país (es el artista que más entradas vende en España y este año está nominado a un Latin Grammy) y todo sin perder su esencia, sus raíces que lleva marcadas a fuego ni esa humildad que, en su caso, es tan verdadera como las letras de sus canciones. “Con más o menos popularidad sigo haciendo lo que me gusta y nunca me he cortado de ir a un sitio o a otro por eso”, nos cuenta. En 2024 sacará nuevo disco y volverá a conseguir un hito: tocar en el nuevo Estadio Bernabéu, un concierto para el que a más de ocho meses vista ya ha vendido todas las entradas. Un sueño más de los que cuando Manuel cantaba en las agrupaciones de carnaval de su barrio marinero ni siquiera se podía permitir soñar.

Estamos a punto de terminar 2023, acaba de finalizar su gira Corazón y Flecha vendiendo más de 410.000 entradas, está nominado al Grammy Latino a Mejor Álbum Vocal Tradicional… Este ha sido un buen año, ¿no?
(Risas) Si uno se pone de meta cuando saca un nuevo disco intentar seguir creciendo y seguir llegando a más gente, lo hemos conseguido y con creces. Hemos vuelto a batir récords con una gira como esta donde creo que llevamos un mejor espectáculo, hemos ido creciendo en esa parte que tenemos que dar al público. Y lo hemos conseguido. Y el público también ha crecido con nosotros, la respuesta ha sido brutal. No puedo estar más contento. Me he quedado con la sensación de querer seguir ahora que hemos parado. Aunque también estoy un poco cansado, no te lo voy a negar (risas). Pero la sensación no ha sido para nada de desgaste. Siempre lo digo y parece un clásico, pero cada vez disfruto más los conciertos y las giras. No sé si es la edad, la experiencia, el tomar conciencia de lo difícil y maravilloso que es conseguir cosas excepcionales y me está pasando. Estoy muy feliz.

En sus shows lo da todo, no para en más de dos horas, se entrega al máximo y eso la gente lo percibe y le llega. Pero supongo que la presión es brutal cuando sale al escenario y ve, como en la Cartuja de Sevilla, a más de 70.000 personas pendientes de disfrutar de uno de sus conciertos. ¿Qué le pasa en ese momento por la cabeza?
Buah, yo salgo y estoy que me quiero morir de miedo, quiero salir corriendo en todo momento (risas). Pero es verdad que es bastante liberador para mí el escenario, por eso el otro día al terminar la gira lloré, porque sentía que perdía algo que me es muy difícil o imposible encontrar o atraparlo en otro momento de mi vida. Y es liberador porque yo es verdad que no sé mostrar esa parte de mí en otras facetas de lo que hago artísticamente, ni en las entrevistas, ni en la tele… no me sale, no me sale (sonríe tímido). Me siento mucho más liberado sobre el escenario. Así que aunque tenga esa mezcla de miedo y nervios, sé que va a pasar algo que a mí me hace sentirme libre y eso es lo que ocurre. Esa conexión que yo tengo conmigo mismo por dentro acaba llegándole a la gente que ve ahí a un tío y dice: “¡está conectado con la vida!”. Eso es muy bonito que ocurra.

El 2 de junio comenzaba su gira en Sevilla, donde ya había batido récord de asistentes y lo ha vuelto a hacer con dos conciertos seguidos en La Cartuja, y el pasado 27 de octubre la terminó en su tierra, Isla Cristina, ¿qué recuerda ahora de esos dos momentos?
¡Pues no ha podido ser más emocionante el principio y el final! El principio por lo que estábamos hablando, que ya sabíamos que iban a venir a Sevilla miles y miles de personas. Lo cuento así pero es una cosa loca que no suele pasar. Yo me considero un poco de allí, de ese rincón y sé lo difícil que es que la gente entienda tu código y lo entienden con creces.

¡Y lo que llovió en Sevilla esa noche no estaba escrito!
Hubo ese día de lluvia que me quería morir (risas). Habíamos preparado un show a conciencia y no pudimos hacerlo como estaba planeado, pero aún así la gente fue muy comprensiva y lo hizo aún más emocionante.

¿Y la despedida en Isla Cristina?
Y en mi pueblo el otro día fue… No sé por qué pero en mi último disco, Corazón y Flecha, no sé por qué, ha habido muchos guiños a mi pueblo, que es una tierra muy musical. Quizá yo al cumplir años vuelvo a esos orígenes que me hacen sentir más reconfortado con todo lo que luego he llegado a conseguir. Y es increíble porque te pueden pasar mis cosas cuando estás en tu pueblo, donde te has criado... que normalmente no suele pasar que te den mucha bola porque la gente dice: “Mira, a este lo he visto yo crecer, bah” (suelta una carcajada). Y te voy a decir que al principio fue un apoyo brutal desde el punto de vista más mediático y luego ya fue más de poco a poco. Y los años y el tiempo me han dado la razón y he llegado también a llenar allí y la gente loquísima.

Es profeta en su tierra…
Sí, sí, totalmente, y de verdad que es una de las cosas que mejor me sientan. Allí lo dije ese día y lo pienso, que me dan igual los premios, que ojalá vengan, pero ese es uno de los mayores premios que yo he tenido. Hacer lo que siento, como lo siento, de una manera verdadera y ser reconocido por la gente que yo más quiero. Eso tiene muchas connotaciones que a mí me hacen sentirme bien.

El de Isla Cristina posa para Vanity Fair con jersey de alpaca color caldera Mans.

Silvia Tortajada

Su familia sigue viviendo en el barrio en el que usted se crio… ¿qué siente usted cada vez que vuelve allí no como el artista en el que se ha convertido sino como Lolo, como su gente le llama?
De normal, ¿dices? (risas). Yo loquísimo, me flipa. Es fuerte. Es que yo tengo el tema del niño del pueblo muy despierto (sonríe) y todavía lo disfruto más cuando estoy fuera. Cuando llego, bajo la ventanilla del coche y me entra la mar (hace gesto de respirar profundo), de pronto estoy en otro mundo. Allí me pasa que es verdad que hay gente que me para por la calle, pero al rato de estar allí en algún sitio, se me olvida y creo que a la gente también. Además yo no suelo hablar de cosas mías y si me hablan de eso paso. Es difícil desconectar pero ahí es de los sitios en los que más desconecto.

¿Sigue quedando con sus colegas de toda la vida?
Sí, sí, claro. Hablamos de sus cosas, de sus problemas, yo de lo mío no hablo y eso no me pasa aquí. Es bastante común que me digan: “Oye, quillo, ¿cómo te ha ido?”. Y allí no. Hablamos de las cosas que se hablan allí, me critican, me cuentan los chascarrillos y me ponen al día de quién se ha juntado con quién… eso me encanta (suelta una carcajada).

En muchas de sus canciones sale a relucir su infancia en Isla Cristina, supongo que cuando vuelve regresarán a su cabeza muchas imágenes.
Cuando vamos cumpliendo según qué edad, es como que empiezas a ser más consciente de todo lo que has vivido porque estás en la mitad de tu vida ya, empiezas a ver el precipicio ese que hace que recapacites. En lo personal he tenido la suerte de vivir muchísimas cosas que si yo no hubiera sido valiente y me hubiera quedado frenado o limitado, me hubiera dado mucha pena. Yo puedo ser un ejemplo, como mucha otra gente, de que si de verdad te esfuerzas, puedes llegar a conseguir lo que quieras. Teniendo menos preparación, menos confianza en uno mismo y finalmente eres capaz de hacer cualquier cosa.

Pero para hacer lo que usted hizo lanzándose a intentar luchar por su sueño hay que tener mucha confianza en uno mismo, ¿no cree?
Sí, hay una parte que sí, evidentemente. Yo tuve una cosa muy fuerte que fue esa pero al enfrentarme a cosas que no sabía, yo era muy consciente de que no sabía por lo que había una parte de mí que era insegura. Pero había otra que tiraba de mí que era la importante, el decir: “yo creo que puedo con esto. Ya lo aprenderé más tarde, pero lo haré”.

Con 13 o 14 años, ¿cómo veía todo esto que tiene ahora? ¿Se atrevía siquiera a soñarlo?
Buff, nada, eso era un mundo muy lejano, ni siquiera lo soñaba ni sabía lo que era. A mí me podía apetecer cantar pero yo no sabía lo que era irte a una gran ciudad, vivir solo, ser independiente para lo bueno y para lo malo, vivir la soledad y sentirte vulnerable y frágil y a la vez enfrentándote al gran público y a la opinión pública. Es como que tuve que madurar mucho más rápido. Y luego aprender una profesión como esta que no es nada fácil y más para mí que venía de un mundo totalmente alejado de lo que yo había. Fue una locura.

¿Cómo era ese Manuel adolescente?
Mira, justo el otro día me encontré una cinta de vídeo y me ví y dije: “¡Mira qué chulito era, que echao pa’lante!” (ríe con picardía). Ayer estuvo aquí uno de mis mejores amigos de pequeñito por el cumpleaños de mi mujer y le escuchaba cómo decía: “Lolo se fue y el grupo se rompió porque él era el que unía”. Yo lo estaba escuchando de fondo y flipé. Claro, yo me fui y no vi lo que pasó en el día a día, me perdí todo eso. Pero es verdad porque yo era muy de unir a todo el mundo, ya era un poco líder en según que cosas.

¿En qué era líder?
A nivel de cantar, mi tierra es una tierra muy musical y hay muchas aficiones que tienen que ver con la música. A mí se me daba bien montar voces, componer… ya como que un poquito destacaba y en ciertas cosas que se hacían allí, en fiestas, en el Carnaval, yo destacaba. Dirigía agrupaciones con mis amigos y como que llevaba la voz cantante en algunas cosas. De hecho, ya tenía club de fans de chiquitito (ríe).

¿En serio?
Sí, sí, te lo prometo. A ver, club de fans… bueno que iban a la puerta de mi casa y llamaban y mi madre me decía: “Pero, ¿esto qué es?”. Yo cantaba un poquito y tenía a las niñitas que venían a verme (ríe con gesto pícaro). Pa’ que veas (risas).

¿Y cómo eran las fiestas con sus colegas entonces?
Muy destroyer (risas).

Supongo que ya no serán así…
Bueno, no te creas (dice con gracia). Tú date cuenta que Isla Cristina es un puerto de mar y el otro día lo decía en el concierto: “Este es un pueblo donde la gente no es muy de salir”. Y se partía todo el mundo de risa, claro. De pequeñito la fiesta era a tope, bebíamos mucho, fumábamos… un poquito destroyer, sí, sí (risas).

Manuel Carrasco con abrigo verde pistacho de Jil Sander, jersey de alpaca de Mans, pantalones fluidos de Études y zapatillas Samba Adidas Originals.

Silvia Tortajada

¿Y sus padres qué le dicen hoy de todo lo que ha conseguido en su carrera?
Con mis padres nunca hemos profundizado en esto, nunca hemos tenido una conversación sobre esto. Yo soy uno más, por supuesto. Mi madre lo único es que a veces se emociona porque yo soy de los hermanos el más chico y me dice que me echa de menos porque soy el único que no vive allí. Pero no analizamos esto, nos ha desbordado y hemos ido tirando como hemos podido. Ellos tampoco me analizan. Ellos son también un gran ejemplo para mí por cómo se han tomado todo en el aspecto de llevarlo bien, de atender bien a todo el mundo, de ser agradecido por lo que nos ha pasado y no ponerse como yo veía cuando era chico a los papás de otros decir: “Ay, mi niño que ha hecho no sé qué”. Que no digo que sea malo, que quizá mis padres se pasan de no decir nada y de normalidad (risas). Son de esa condición y por eso me han aportado más que restado, por supuesto.

Es el cuarto de cinco hermanos, creció en una familia humilde, ¿eso le ha hecho ser quién es y seguir anclado a sus raíces y a sus orígenes como sigue estando?
Totalmente. A mí la infancia me marcó y por eso tengo mentalidad de currito y la ley del esfuerzo muy desarrollada y muy interiorizada. Yo era un currito y creo que hay que esforzarse mucho. Hay una parte de lo que yo hago que rodea a todo esto que evidentemente es muy guay pero hay otra que es muy de pico y pala y esa la tengo yo muy a fuego. Y la tengo por eso, yo de pequeño no tenía prácticamente nada, todo era heredado y todo era de segunda o tercera o cuarta mano. Yo recuerdo recorrer el barrio con mi madre para ver quién me prestaba los libros de EGB para el colegio porque no podíamos comprarlos. Yo unos zapatos de marca, en mi vida. Con la primera agrupación que yo salí, por ejemplo, no me comía el bocadillo en el recreo porque tenía que juntar dinero para lo otro. Todo eso lo tengo yo en la cabeza. Y ahora con mis hijos lo pienso. Ellos lo tienen todo por mis circunstancias actuales pero quiero enseñarles que es muy difícil conseguir las cosas y que hay que trabajar las cosas.

Pero es fácil que a uno se le vaya la cabeza cuando consigue tantos éxitos…
Yo he tenido buena cabeza para eso siempre. De hecho es que ni mis padres, ni mis hermanos me dan bola. Tengo esa condición de siempre. Siempre he tenido una cierta responsabilidad para las cosas que me importaban y esto me importaba mucho así que la he tenido siempre. Cuando yo ya dirigía a gente en la agrupación, yo pegaba unos sermones con los horarios y demás, era muy pesado (risas). Ahora gracias a dios he mutado en otras cosas. Pero sí, pensándolo, creo que con la preparación que yo traía de base que era ninguna, poco me ha pasado. ¡Muy poco!

¿Cómo va de inseguridades y miedos, esos que dice que en Siendo uno mismo que siempre estarán presentes?
La verdad es que mejor, gracias (risas). Creo que es importante que cada vez me conozco más y sé dónde pisar y dónde no pisar. Por eso cuando te he dicho que he disfrutado esta gira más que ninguna, es por eso. Lo he notado. El día que salí al escenario en Sevilla que estaba diluviando, si me pilla el año anterior, me da algo, me caigo allí y me muero. Pero este año me notaba yo diferente y así ha sido toda la gira. Realmente miedo no he pasado, tenía nervios y una cosa fuerte en el cuerpo, pero miedo no. Y te juro de verdad que siempre he tenido miedo, y era miedo puro y duro.

¿Miedo de bloquearse?
Sí, y de llorar y de vomitar y de sentir pánico. He convivido con eso continuamente. Pero como luego estar en el escenario es algo liberador, me pasa en las dos primeras canciones y ya digo: “Venga, tira”. Y joder, personalmente siento que he crecido muchísimo.

¿Cómo se llega hasta allí? Superar los miedos no es fácil…
No hay otra que haciéndolo y pidiendo ayuda cuando lo necesitas para saber qué está pasando ahí. Este año, a principio de año, tuve unos cuantos episodios que no me había pasado nunca que me caía, como síncopes y además en eventos importantes. Pensé que iba a ser algo recurrente, que me iba a pasar ya siempre. Me pasó en eventos importantes justo antes de salir, me mareaba. Pedí ayuda y me dijeron que tenía que ver con que estaba muy cansado y que ese cansancio no lo había gestionado y al exponerme a cosas muy importantes el cuerpo me hacía ‘pap’ (chasquea los dedos) y se me apagaba. Mentalmente me asusté porque pensaba que podía ser algo crónico o que me pasaba algo y lo superé con creces. Para que veas que hasta hace poco he tenido episodios. Aun así cuando entendí que no tenía que pasarme más, he pegado diez pasos más hacia adelante y me he sentido mucho mejor. También me he cuidado más, he respetado mis horas de descanso, hago más deporte, hago yoga, me preparo. Y como me has visto encima del escenario, corro más que nunca y no paro. He sentido que necesitaba cuidarme.

El artista posa con maxi plumas blanco hueso de Hermès y jersey de cuello vuelto de Fendi.

Silvia Tortajada

Volviendo a sus orígenes, ¿ha vivido el clasismo en carne propia en muchas ocasiones a lo largo de su carrera?
Me rebelé. Me ha costado. También era normal, mi actitud y mi manera de ser, que siempre soy muy precavido, normalmente cuando estás acostumbrado a ciertas cosas y a la vez eres sensible y a la vez algo inseguro, todo eso te abruma. Es normal que no sepas. Es verdad que en mi primera época yo sentía que las cosas no estaban hechas para la gente como nosotros, como yo. No sé si seguirá pasando pero creo que hoy pasa muchísimo menos. Con las redes sociales, todo se ha universalizado, todos sabemos un poquito más de todo porque lo vemos… Antes no sabías nada y esos escalones estaban mucho más acentuados. Me costó porque también era una pelea conmigo mismo porque nadie es más que nadie si estás haciendo lo que quieres de verdad con el mayor de los respetos y tu mayor corazón puesto. Pero si tienes miedo, te ves menos que otros y encima el mundo tampoco te lo pone fácil, porque es verdad que es así, pues te puedes hacer chiquitito todo el rato. Y encima esta es una profesión en la que yo no me podía hacer chiquitito porque me subía al escenario y yo decía: “No”. Por eso creo que todo ese sufrimiento que he podido tener durante toda mi vida, ahora lo estoy celebrando. He hecho como ¡buah! (dice abriendo los brazos en gesto de liberación) y doy mi mejor cara encima de un escenario.

Hacía ocho años que usted y yo no coincidíamos y en este tiempo su vida ha cambiado mucho a nivel personal, se ha casado con Almudena Navalón, tienen dos niños. ¿Esa estabilidad ha influido en todo esto que estamos hablando?
Todo en la vida influye. Tengo hasta cuatro perros y un gato (ríe). En serio, además también eso era un mundo muy desconocido para mí. Yo siempre había sido un tío bastante solitario, no había tenido muchas parejas o casi ninguna. Así que imagínate, me ha cambiado mucho. He tenido dos niños casi seguidos, he pasado de vivir solo en el centro de Madrid a vivir a las afueras con una vida mucho más familiar. Pero es que yo vengo también un poco de ese mundo muy familiar y lo llevo muy dentro. Es una etapa de mi vida también muy bonita. Estoy viviendo a partir de los niños todas esas cosas que quizá tenía más olvidadas. Pero creo que me ha venido muy bien y te digo más, no he dejado de hacer todo lo que me gusta, al revés, creo que me ha dado un punch y una fuerza todavía mayor.

Almudena y sus niños le ponen los pies en el suelo…
Totalmente. Y mis amigos. Yo a ellos también. Al final yo llevo más tiempo que ellos llevando esta vida. Mi mujer y mis hijos viven mi vida y yo intento que las cosas importantes no cambien.

¿Le es fácil desconectar de la música?
Es complicado, más que de la música, de todo este mundo. Es difícil. Pero lo que más hago son cosas normales (risas). Lo que hace todo el mundo. Llevo a mis niños al cole, hoy los voy a recoger cuando salga de aquí… pero eso como todo. Nunca me he privado de ir a cualquier sitio teniendo popularidad o no. Sé que hay compañeros que no lo hacen, pero yo eso siempre lo he tenido muy superado. Hago todo lo que tengo y quiero hacer y por supuesto intento siempre estar con gente que no se dedique a esto porque ya lo hago todo el rato y me gusta irme al otro extremo. Es como me siento cómodo y es donde yo encuentro la verdad. Aún así este mundo que me rodea me aporta cosas maravillosas, es una vida muy divertida y muy de cambiar todo el rato, no hay un día igual, no hay horario fijo, conoces a gente con talento, aprendes mucho de la vida. Es maravilloso.

Manuel Carrasco con jersey Homme Plissé Issey Miyake, pantalones sastre de Boss y zapatillas Samba Adidas Originals.

Silvia Tortajada

Ha puesto fin a su gira hace unos días y ¿ahora qué?
Ahora estoy haciendo el nuevo disco ya. Hace unos días acaba de salir un tema con Camilo, Salitre, que hemos grabado hace muy poquito. Estaré en los Grammy Latino y luego me iré unos días de vacaciones. Ya a principios de año, en marzo o por ahí, me iré de gira por América.

Y el 29 de junio de 2024 concierto, La última flecha, en el Santiago Bernabéu…
Vendrás, ¿no?

Hombre, claro (risas). Ha sido el primer artista español en hacer sold out en el estadio madrileño a nueve meses del concierto. ¿Cómo se imagina que será ese momento?
Yo soy del Madrid, encima, y va a ser una pasada, una locura hacer eso. Quién me lo iba a decir cuando tú y yo hablamos en 2013 y yo tocaba en el Circo Price con Confieso que he sentido. Ahí llevé yo a Almudena en la segunda cita, la había visto una vez y le dije: “Mira, toco en el Price”. Y me dijo: ¡Ah pues voy a verte!” (risas). El concierto en el Bernabéu no sé aún cómo será pero haremos muchas cosas. La gira ha sido, está mal que yo lo diga, que todo el que ha venido se lo ha pasado increíble, así que intentaremos superarnos.

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Para terminar, ¿qué le va a pedir a los Reyes Magos este año?
Yo para mí no pido na’, con lo que les pido para los niños es bastante (risas). De verdad si tengo que pedir algo, aunque sea lo más típico, que nos quedemos como estamos a nivel de salud, que no nos pase nada. Lo pienso todo el rato. En esta profesión me encuentro con lo mejor y con caras no tan buenas y tengo que ser muy agradecido. ¿Qué voy a pedir? Si es que mejor no me puede ir ya.

Fotografía: Silvia Tortajada
Estilismo: Juan Luis Ascanio
Producción: Reyes Domínguez
Talent Manager: Ingrid De la Puente
Maquillaje y Peluquería: Helena Liébanas (COOL) para Nars & GHD
Asistente de Fotografía: Silvia de la Rosa
Asistentes de Estilismo: María José Villar
Dirección de Arte: Ángel Perea 
Dirección de Moda: Joana de la Fuente